lunes, septiembre 29, 2008

La perseverancia de los desaparecidos

FUENTE: JULIO LLAMAZARES. El País (Tribuna) 26/09/2008

Los debates políticos muchas veces terminan enconándose y de nada sirven los argumentos racionales. Es entonces cuando acaso sirvan las historias, como ésta, que trata de un maestro de escuela de la República.

Guardo en mi casa de vacaciones -la vieja casa de mi familia- el retrato de un hombre al que no conocí, pero cuya presencia me ha acompañado siempre, al igual que a mis padres y a mis abuelos. Se trata del retrato de un tío mío, maestro de la República, que desapareció en la guerra y al que, mientras vivieron, sus padres y sus hermanos buscaron inútilmente. Tal vez por eso su foto permaneció siempre en el comedor presidiendo las comidas y reuniones familiares y por eso yo la conservo, no en el mismo lugar, pero sí en otro preeminente, después de reformar la casa hace algunos años. La perseverancia de los desaparecidos (tomo la frase de un título del poeta Miguel Suárez que publicó Hiperión) se muestra en esos detalles, pero también en su resistencia a desaparecer del todo, como sucede con las estrellas, que siguen dando luz después de muertas, incluso cuando llevan millones de años apagadas. Y es que los desaparecidos se convierten en fantasmas que continúan viviendo junto a nosotros, por más que no los veamos salvo en las fotografías que conservamos de ellos. La providencia del juez Garzón recabando de todos los archivos la relación de desaparecidos en la Guerra Civil y en la posguerra (para muchos, una continuación de aquélla) en orden a confeccionar la lista completa de sus nombres con el fin de proceder a su rescate -en el caso de que se sepa dónde se encuentran sus restos- o a su búsqueda y reivindicación -en el contrario- me ha hecho recordar a mi tío Ángel y a revivir escenas de mi niñez, cuando mi padre y sus hermanos le buscaban todavía, cosa que no dejaron de hacer, ya digo, mientras vivieron, aunque en los últimos tiempos ya sin ninguna esperanza. Por edad, no alcancé a vivir el dolor de mis abuelos, que se fueron con la pena de morirse sin saber qué había sido de su hijo ni si en verdad les había precedido en su destino, como todo hacía pensar; una pena tan grande que a mi abuela la llevó a experimentar incluso fenómenos de aparición (llegó a ver a su hijo una noche en la cocina y a escuchar su voz varias veces, según me contaron luego) y que se vio agrandada por el acoso que ambos tuvieron que soportar por parte de los guardias y la policía franquistas, que pensaban que mi tío pudiera estar escondido en casa, o en el monte, con los grupos de huidos republicanos que durante muchos años resistieron en la zona. Si cuento todo esto no es, por supuesto, por hacer pública una historia privada y personal, sino por transmitir a quienes se oponen a la búsqueda y reivindicación de los miles de personas desaparecidas en España a lo largo de la guerra y la posguerra el sufrimiento experimentado durante años por sus familias y -algo que les sorprende aún más- la razón de que ese sentimiento perdure en sus descendientes, incluso en aquellos que, como yo, ni siquiera llegamos a conocer a los protagonistas. La experiencia personal, por más que sea limitada, alumbra muchas veces más que todos los análisis teóricos. En el debate que últimamente se está librando en nuestro país sobre la necesidad de la recuperación de la memoria histórica, como se ha dado en llamar, de una manera eufemística, a la búsqueda de los desaparecidos, se han esgrimido por una y otra parte todo tipo de argumentos y razones. Por parte de quienes la rechazan (la derecha, sobre todo, pero también un número no pequeño de personas sin ideología concreta, incluso de la izquierda más pragmática o más muelle), que hay que mirar hacia delante y no hacia atrás, que la guerra ya ocurrió hace más de medio siglo, que el andar escarbando en el pasado puede reabrir heridas, que a los que lo pretenden sólo les mueven el odio y el revanchismo. Por parte de los que la defienden (la recuperación de la memoria histórica), que el olvido no es justicia, sino todo lo contrario, que la memoria es una necesidad vital, aparte de un derecho de todas las personas y los pueblos, que las heridas no se reabren por buscar a los muertos y enterrarlos dignamente, puesto que nunca se llegaron a cerrar

Un esperpento original

FUENTE: JOSÉ GIMENO SACRISTÁN EL PAÍS - 24-09-2008

Pocos argumentos nuevos pueden añadirse contra la ocurrencia esperpéntica -con cierta gracia creativa, si no fuese real- de desarrollar la materia de Educación para la Ciudadanía en el idioma inglés, adoptada por la Administración educativa de la Comunidad Valenciana.Sabemos que, en un principio, el rechazo del PP a la materia se explicaba por razones ideológicas partidarias, con el ánimo de hacer un boicot a la política del Gobierno central, amparado en los sectores más conservadores de la Iglesia católica.Teniendo que aceptar lo inevitable, después desarrollaron la táctica de decir no querer implantarla y pedir a los padres que adujesen la objeción de conciencia. Inaudito, aunque explicable, dado el déficit de modernidad que arrastramos. Pero tuvieron que implantarla y lo hicieron a regañadientes con una especie de rabieta infantil para salvar la dignidad, del tipo de: ¡pues, ahora, castigados mis súbditos, se dará en inglés! Aporreaban al Gobierno central en la espalda de los centros y del profesorado propios. Golpes que, a su vez, acabará recibiendo el alumnado, si no se detiene la excentricidad, convertida ahora en esperpento irresponsable. La confrontación política se convertía de este modo en un problema para el sistema educativo valenciano. Nacía así la más original fórmula de organización del currículo y de la enseñanza en la historia de la educación, categoría sólo disputada por aquel ministro (Julio Rodríguez, 1974) inventor del calendario escolar juliano, que imponía el comienzo de curso en el primer día del mes de enero. Se supone que nos gobiernan gentes que controlan sus reacciones y actuaciones y que el Gobierno contribuye a facilitar el orden de la organización educativa y el buen quehacer del profesorado, pero hicieron lo contrario. Pretendiendo evitar lo que podría interpretarse como una claudicación, defienden su original imposición aduciendo que nadie puede menospreciar el avanzar en el dominio de la lengua inglesa. Esta acumulación de despropósitos no nos la merecemos ni tiene lógica alguna, además de ser inviable. Supone, o bien un desconocimiento de la realidad o una irresponsabilidad. No sabemos los efectos sobre el alumnado, aunque pueden suponerse. Se producirá un aprendizaje de la materia de baja calidad, al partir de un profesorado que no la domina lo suficiente para enseñarla, considerando además que el alumnado carece del nivel en el dominio del inglés para aprenderla; lo cual vendría a satisfacer el objetivo político de evitar esa formación para la ciudadanía. De paso, logran otros objetivos. Una vez más la Administración marca la agenda de los debates que tienen menor coste político salvo el de hacer el ridículo, evitando arrimarse a los problemas reales. Y la marcan porque no hay otras que se les opongan o están vacías. Prefiero creer que el ejercicio del poder tiene algo de malvado antes que admitir tanta incompetencia ocupando el gobierno del sistema educativo. Con la idea de corregir la agenda (antes de que nos entretengan con las ventajas de los uniformes) yo les plantearía temas como los siguientes: *¿Qué explica el que en el sistema educativo valenciano logren graduarse en el Bachillerato menos jóvenes que la media española, ocupando el cuarto último puesto entre todas la Comunidades Autónomas incluidas Ceuta y Melilla. Un 38,8% frente al 44,4%? ¿Por qué la tasa de acceso al Bachillerato es de las más bajas del Estado, ocupando el décimo quinto lugar? *¿Por qué nuestros alumnos de ESO tienen peores resultados que los del resto de España, además de que en ese nivel el porcentaje de graduados en los últimos diez años, en la Comunidad Valenciana ha descendido un 5,1%, mientras que la media española lo ha hecho en un 3%? *¿Por qué la Comunidad Valenciana es la última del Estado en alumnos dentro de Programas de Garantía Social (4,9% frente al 8,5%)? *¿Por qué los estudiantes valencianos que a los 15 años están en el curso que les corresponde a esa edad son menos que la media nacional y en los últimos diez años ese indicador ha bajado el triple que en el resto de España? ¿Por qué la tasa de escolarización a lo tres años es la penúltima entre todas las Comunidades Autónomas? *¿Por qué en la Comunidad Valenciana el porcentaje de alumnos becarios en Bachillerato y Formación Profesional es del 13,6%, mientras que la media española es del 16,9%? * ¿Qué están haciendo en el Gobierno para que la Comunidad Valenciana sea la última en cuanto al número medio de ordenadores por profesor y por unidad o grupo y en el porcentaje de centros con conexión a Internet con ADSL? De la vergüenza de las aulas en barracones impartiendo la Educación para la Ciudadanía carecemos de datos estadísticos para poder comparar, pero seguramente tendremos posiciones con dígitos más altos. No les ahorremos explicaciones al respecto.

martes, septiembre 23, 2008

Un buen sitio donde tomar cerveza



Uno de los mejores sitio que conozco para tomar una cervecita cualquier día de verano, mucho turismo pero sin agobios. Calella de Palafugrel